Incomprendido
e Impotente. Entusiasta contenido, ya incontenible. Las persianas, como
siempre, hasta abajo, cercándolo, en un aislamiento voluntario que al mismo tiempo
él no recuerda haber elegido. No llega a preferir la oscuridad, pero la luz del sol le recuerda que Buenos Aires es tan grande y allá afuera hay un nuevo sitio
inexplorado junto a todo eso que él se prohíbe explorar. Está acostumbrado a
ocultarse. Cierra el toldo, se cierra a sí mismo, se hace invisible para los
demás. Fantasea sobre todo lo que podría hacer con personas y con chicos. Escucha
canciones y practica pasos, prepara outfits que quiere usar. Quiere avanzar y a
la vez no quiere que pase el tiempo, sospecha que se está perdiendo de vivir y de
mostrarse por las calles, en su posible golden-age.
Hace tiempo que viene siendo un
impostor. Porque cada vez que se soltó, su enigma comenzó a derrumbarse. “El
problema es cuando me relajo” se decía a sí mismo cuando de púber y adolescente
volvía a su casa con burlas y comentarios del resto aturdiendo sus oídos. Y llegaba
a amenazarlos en silencio: “a partir de mañana voy a ser otro”. Les adelantaba
sobre el next chapter, como si su vida se tratara de una obra en la que él es
protagonista, guionista y director, como si pudiera controlarlo todo, hasta
modificarse y ser otro. De esta forma iba configurando una personalidad
ficticia, cuidando las formas y los temas de los que hablaba, reseteando gustos
y evitando destacarse; haciéndose cada vez más invisible.
Hoy ya tiene 21, y sigue dirigiendo su
espectáculo aún a sala vacía. “¿Tanto parecer sin ser para quedarme solo?”,
concluye. Todavía no es medianoche y cierra otra ventana. Se pelea con su amiga
Yael. Hace unos años, en uno de sus montajes, vivían en un pueblo del interior
del país. Todo un desafío aparentar ser otro en un lugar de 2000 habitantes. No
fue muy original: simuló estar enamorado y declaró su amor mediante cartas
exageradas, y no fue correspondido. Yael debió saber que nunca le gustaron las
chicas.
Y ahora se frustra porque por el momento
tiene una amiga menos y hace mucho que no sale a bailar. A finales del
cuatrimestre anterior, huyó de la Facultad de Filosofía y Letras sin saber que cerrando
esa puerta, abría otras. Pero él no es bueno abriendo nada. Está cerrado, y
encerrado en su departamento piensa porqué siempre tuvo tantas ganas de salir a
correr y recorrer y nunca lo hizo. Solo se encarga de estar solo, eso es lo que
hace bien, sí. Por mucho que le pese. Le pesa y por eso sabe que debe arrancarse
las capas de una máscara y un traje, ya podrido, que hace tiempo y sin darse realmente cuenta,se construyó.
Media hora más tarde, se abre una
ventana. Es virtual. Un chico también llamado Milo comenta una publicación suya
en una red social, y le dice que es lindo. Por primera vez se hace cargo y responde. Comienzan a hablar. Una botella explota y adentro de sí se
encastran las piezas de un puzzle.
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